En el Románico, la construcción de las Iglesias estaban a cargo del llamado Magíster Muri. Se le solía representar con una Virga (bastón de mando) en la mano. El maestro tenía conocimientos específicos para concluir la obra, también se encargaba de la organización del trabajo, del traslado de los materiales, de la invención de nuevas máquinas y de nuevos sistemas de construcción, etc.
De este maestro dependían los capataces y de éstos los obreros que eran los que se enfrentaban a los problemas prácticos que iban surgiendo según se desarrollaban las obras. El maestro también solía agrupar a escultores, tallistas, marmolistas, cortadores de piedra, carpinteros, pintores, etc. Estos grupos eran conocidos con el nombre de “Corporaciones”, y las grandes obras a veces requerían más de uno de estos grupos, ya fueran nacionales o extranjeros. Los Magíster Muri y los canteros poseían conocimientos y estudios prácticos de matemáticas, geometría y arquitectura.
Marcas de cantero
Muchos de los canteros y de los Magíster Muri poseían una firma (marca de cantero) que les identificaba como autores de la obra (al Magíster Muri como constructor de la obra y al cantero como tallador de la piedra).
Pero estas marcas de cantero en ocasiones poseían otro significado aparte del explicado, una simbología que relacionaban estas marcas con el Temple, etc. De este modo se elevó la piedra, mediante su elaboración y tallado, al campo de lo simbólico. Se vincula a los Maestros legendariamente con los constructores del Templo de Salomón, poseedores y a la vez depositarios de un saber ancestral. Así, los Maestros deberán transmitir sus secretos a los iniciantes a los que también les asignarán una nueva marca de cantero que deberán plasmar en todas sus obras futuras. Los instrumentos de los canteros adquieren un gran significado en todo este proceso, por lo que la representación de escuadras, compases, picos, etc. es frecuente entre las marcas de cantero.
Pero estas marcas de cantero en ocasiones poseían otro significado aparte del explicado, una simbología que relacionaban estas marcas con el Temple, etc. De este modo se elevó la piedra, mediante su elaboración y tallado, al campo de lo simbólico. Se vincula a los Maestros legendariamente con los constructores del Templo de Salomón, poseedores y a la vez depositarios de un saber ancestral. Así, los Maestros deberán transmitir sus secretos a los iniciantes a los que también les asignarán una nueva marca de cantero que deberán plasmar en todas sus obras futuras. Los instrumentos de los canteros adquieren un gran significado en todo este proceso, por lo que la representación de escuadras, compases, picos, etc. es frecuente entre las marcas de cantero.
Al principio de la época románica las logias de canteros se organizaron alrededor de la Orden Benedictina , transformándose en verdaderas escuelas de arquitectos. A finales del siglo X y principios del siglo XI los arquitectos y canteros de la época, que comenzaban a firmar sus obras con marcas y signos, se reagruparon en sociedades casi secretas y puramente laicas y fundaron en el Sacro Imperio Romano Germánico, la Bauhütte , sin renunciar a su vinculación con la Iglesia. La Bauhütte se creó como federación de las logias de los talladores de piedra, la de Estrasburgo fue reconocida como la Gran Logia Suprema y el Maestro de Obras de su catedral ejercía la autoridad sobre todas las asociaciones locales dependientes de las otras logias.
La hipótesis más generalizada sobre las marcas de cantero, es la expuesta por M. Didron y Viollet-le-Duc en el siglo XIX, que considera que “las marcas de cantero son signos lapidarios pertenecientes a la categoría de signaturas personales de los canteros, aparejadores y Maestros de Obra, que en muchos casos servían para señalar el trabajo realizado por cada uno, para así determinar el estipendio correspondiente”. Pero no debemos olvidar que no todos los signos lapidarios que pueden aparecer en una obra son marcas de cantero.
Signos lapidarios
Es frecuente encontrar signos lapidarios, con o sin significado aparente, salpicando las piedras de iglesias y monasterios, mezclándose con las marcas de cantero. Muchos de estos signos lapidarios son únicos en cada iglesia, generalmente hay un signo único que no se repite en toda la construcción, al que nos resulta difícil encontrarle un significado, es el caso de los signos más complejos y extraños. También es frecuente encontrar otras marcas dejadas en la piedra ajenas por completo a las marcas de canteros, son signos o trazos dejados por los miembros de las logias en sus viajes o por los peregrinos a su paso, aparentemente, éstos no tienen ningún sentido práctico. Además, también nos quedará siempre la duda de si las piedras que contienen esos signos son originales del conjunto arquitectónico, o si fueron reutilizadas en la obra de una construcción diferente. Sea cual sea la explicación a dichas marcas, si es que la hay, no podemos dejar de asombrarnos por la belleza y complejidad de alguna de ellas, así como el aire de misterio que siempre acompaña a los objetos cargados de simbolismo.
Artículo publicado en la edición impresa de LITOS, nº 83, mayo / junio 2006
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Fotografías de http://www.romanicoaragones.com/, gracias
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