El hormigón armado normalmente se puede considerar un material duradero y estable en el tiempo, pero en determinados ambientes asociados a la humedad puede sufrir los efectos de la corrosión de sus armaduras con alteración de su aspecto estético y capacidad resistente. Merece la pena por tanto, cuidar de forma exquisita las condiciones del acero en proyecto y en ejecución sobre todo en exposiciones exteriores y especialmente en ambientes marinos.
La instrucción del hormigón estructural, EHE-08, plantea una estrategia de durabilidad que garantizará la integridad del elemento estructural durante la vida útil de la estructura, incluyendo los siguientes aspectos:.
a) Selección de geometrías adecuadas en proyecto, que eviten el encharcamiento de agua y que reduzcan en lo posible el contacto del hormigón con el agua.
b) Establecimiento en proyecto de la calidad mínima del hormigón, sobre todo en cuanto a la dosificación del hormigón, contenido mínimo de cemento por cada metro cúbico de hormigón y la relación agua/cemento.
c) Adopción del recubrimiento en proyecto, adecuado a la exposición del elementos estructural y la garantía de recubrimiento en ejecución con la utilización de los elementos separadores adecuados y necesarios.
d) Control de la abertura de fisura en proyecto, según la exposición del elemento estructural prevista.
e) Toma de medidas de protección superficial o aditivos inhibidores a la corrosión (vease un producto ejemplo), en caso de ambientes muy agresivos.
En edades tempranas, el hormigón es un material poroso con oquedades a escala microscópica que normalmente están colmatadas por partículas de cal que provienen del cemento y que son el residuo de las reacciones de fraguado que dan lugar a la solidificación del hormigón, en esas condiciones el acero está totalmente protegido y no hay ningún riesgo de corrosión.
Con el paso del tiempo y los ciclos de humedad y secado, las condiciones anteriores cambian, pues el agua disuelve la cal y deja paso al aire ambiente con el gas carbónico que contiene, se produce por tanto la carbonatación del hormigón y aparece el riesgo de corrosión de las barras es mayor cuanto más humedad y más sustancias químicas agresivas haya en el ambiente.
Una vez iniciada la corrosión, el oxígeno en presencia de humedad ataca al acero, se forman sales de hierro en capas superpuestas a la barra, con el consiguiente aumento de volumen y fractura del recubrimiento; el proceso evoluciona de forma más rápida y normalmente con el desprendimiento del recubrimiento y manchado de la superficie con oxido. Lógicamente el ataque puede llegar a afectar a la barra de acero de forma irreparable con perdida sustancial o total de sección mecánica.
La reparación es muy variada, pues dependerá de la alteración de la armadura, ya que podrá consistir únicamente en la restitución del recubrimiento y protección de la barra o en el refuerzo del elemento estructural.
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